En este libro (Plaza y Janés, 1976) página 47, hay dos párrafos que en ese tiempo, como en 2024, es decir, durante 100 años, en nuestra América, nos describen claramente.
El primero es una cita atribuida a H. Humprey, que dice: “El mayor error de mi vida política fue no aprender a utilizar la televisión”. H. Humhprey.
En el segundo párrafo dice Peter: “La marioneta procesionaria ha sido sistemáticamente programada como consumidor. Abriga la creencia de que una vasta tecnología se está esforzando constantemente por suminitrarle nuevos y perfeccionados productos. Le vende un jabón que está garantizado como superior a cualquier otro producto de limpieza. Le vende luego adictivos especiales en una gran diversidad de colores y formas, polvo, líquidos y tabletas. Desoués le vende ingredientes adicionales y nuevas fórmulas. Más tarde le vende prejabones para su uso previo al proceso de lavado y condicionanantes para añadir después del proceo. La marioneta procesionaria tiene la convicción de que se está realizando un gran progreso … Tras una continua dieta de papilla de televisión, la marioneta procesionaria está dispuesta a aceptar al político envasado como algo que vale la pena”.
Comento que Peter da otros ejemplos. Y agrego que la industria farmacéutica no se escapa. Medicinas para calmar los síntomas, no las causas y unas medicinas para que otras tengan efectos mejores, sin llegar a tratar las causas. Sin embargo, como principio de precaución, desde siglos antes de Cristo, nuestros antepasados los Toltecas nos enseñaron que si te dicen algo, o lees algo o ves algo, y te quedan dudas, no creas eso, pero pregunta. Si así lo hiciérmos no seríamos esas “marionetas proceionarias” que describe Laurence J. Peter, sino que aplicaríamos muchas de sus fórmulas “cómo hacer para que las cosas vayan bien”.